Las vacaciones escolares de verano ya asoman a la vuelta de la esquina, y los niños desean abrazarlas y sumergirse en horas interminables de descanso y juegos. Hay tanto por hacer que algunos años los casi 3 meses de descanso se les antojan insuficientes. No hay infancia sin juego libre y aventuras, y ninguno de nosotros imaginaríamos las nuestras propias ausentes de cabañas, descubrimientos en el bosque y reuniones nocturnas mientras devorábamos historias de miedo y nos encontrábamos genuinamente libres de ataduras, de agendas y despertadores.
Me gustaría contaros (y que me creyerais) que el aburrimiento es necesario y fuente de creatividad, que no pasa nada porque vuestros hijos se aburran un poco, y que podemos revertir la tendencia a llenar su vacío horario con decenas de actividades programadas.
Pero también sé que os gusta tener un “as en la manga”, porque no vivimos igual que hace unos
años, y porque no siempre las niñas y los niños tienen la oportunidad de reunirse con sus amigos
del verano para construir mundos imaginarios que después quedarán retenidos para siempre en el
corazón. Así que os presento
una selección de 10 actividades educativas (o no
) para hacer con los peques en ese verano
que en breve nos inundará con su luz y su olor a agua del mar y frutos maduros.
En realidad no me gusta asociar la palabra verano con “educación”, porque la segunda implica unidireccionalidad, por eso aclaro que en todo caso, pretendo ofrecer ideas para que facilitéis un aprendizaje natural, aprovechando que las aulas quedarán cerradas varias semanas.
Vaya por delante una certeza: no siempre lo tenemos fácil para atender a los peques, pero habrá que echar mano del ingenio y buscar los recursos de apoyo que necesitemos. Cambiar horarios para que siempre papá o mamá estén con ellos, pedir ayuda a los abuelos que viven en el pueblo, buscar colonias urbanas o campamentos para una o varias semanas, contratar a alguien que atienda a los menores durante la jornada laboral… Sabiendo que cada instante que tengamos libre, lo dedicaremos a los peques.
Y ahora sí:
Y que no se nos olvide que hay otras muchas cosas para hacer juntos sin ninguna intencionalidad previa, excepto la de disfrutar de las relaciones familiares y divertirnos. Los baños en la playa o en la piscina (por cierto: vigilad siempre a los peques), los paseos en bicicleta por el parque arbolado, los sabrosos helados, las guerras de cojines, la lectura compartida, cocinar en familia, organizar fiestas en el jardín para que vengan los amiguitos, y un largo etcétera.
“Querido verano: las mamás y los papás prometemos respetar el derecho al juego de los chicos y las chicas, atenderemos su necesidad de descanso, y estaremos pendientes y presentes para cuando el nivel de aburrimiento sea insoportable, entonces les procuraremos toda la diversión que nos sea posible”. Repitamos esta frase hasta interiorizarla, y hagamos lo posible y lo imposible para proporcionarles un verano inolvidable, aún cuando nuestro trabajo nos dificulte la conciliación.